S.O.S. SAN NICOLAS

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viernes, 28 de enero de 2011

¿Y QUiÉN AUTORIZA LOS BARES?

La nueva ley antitabaco que ha entrado en vigor a comienzos de año ha sacado a la calle a los fumadores que desean disfrutar del cigarrillo mientras toman una copa. Las puertas de los bares se han visto así esos días de fiesta muy concurridas y se ha evidenciado un nuevo problema: la aglomeración de gente en la zona de bares.
Son frecuentes las quejas del vecindario del casco antiguo en relación con los ruidos ocasionados por los establecimientos hosteleros que se concentran en esta zona de Tudela., por los horarios de cierre, por el incumplimiento de la normativa de la insonorización, por las fiestas juveniles basadas en el estruendo...

Donde antaño hubo una floristería, una perfumería o una pajarería, como en la plaza de San Jaime, o una carpintería o una tienda de moda, como en Mercadal, hoy hay bares, unos pegados a otros, lo que conlleva mayor animación, pero también un empeoramiento de la calidad de vida de los vecinos. El hecho de que los tradicionales locales de tapas se reconviertan a medianoche en locales “de marcha” incrementa el nivel de ruido hasta altas horas de la noche. Además, la peatonalización, tan popular y positiva, congrega en San Jaime, Carnicerías, Mercadal, Herrerías y Plaza Nueva, un numeroso público que desea disfrutar del entorno, tanto de noche como de día.
Pero no hay que olvidar que el casco antiguo no puede ser únicamente un lugar de ocio, sino que es, sobre todo, un barrio residencial donde los vecinos están viendo cómo empeoran sus condiciones de vida y un casco monumental de enorme valor, que padece las consecuencias de los excesos etílicos con orinas, vómitos, basuras y, ahora además, las colillas. En el día después de la fiesta hay que limpiar de madrugada, cuando se hace, la herencia de la juerga y recoger los contenedores de basura, con lo que una nueva molestia incrementa la irritación de los residentes.

Todo parece estar en función de la ocupación del espacio para el ocio: se invade la calle con mesas o con contenedores de recogida de residuos, se limpia exclusivamente esos determinados sitios, en detrimento de otros como Caldereros que no se barre los días de fiesta... Tal vez dejen beneficios los bares para los tudelanos, pero la cuestión es a cambio de qué.
El casco antiguo es una zona olvidada que se ha ido abandonada. El deterioro de calles como “El tubo”, con la calle San Julián a la cabeza, se extiende, como un cáncer, por San Jaime, Caldereros y Herrerías. Los habitantes habituales están siendo sustituidos por visitantes temporales que llegan, se aprovechan del barrio y abandonan los restos de su fiesta para los vecinos. Se vuelven a sus barrios residenciales limpios y tranquilos.
¿Y quién autoriza la apertura de los bares? ¿Los horarios?¿Quién decide la ubicación de los nuevos locales de ocio? ¿Va a haber un límite a las licencias? ¿Seremos capaces en Tudela de delimitar la separación entre un establecimiento y otro para evitar aglomeraciones, como se hace en otros municipios, y prevenir así que en poco tiempo haya un bar en cada una de las bajeras del casco histórico?
El futuro del casco antiguo ha de responder a un modelo de ciudad que queremos para Tudela. Este barrio es nuestras señas de identidad, nuestra carta de representación ante los visitantes. Si realmente los responsables locales no quieren que se abandone este barrio histórico y convertirlo en entramado de calles inhóspitas, algo han de hacer, algo tendrán que decidir, porque, ¿quién autoriza, si no, la apertura de los bares?

Juan Luis Chueca
Vicepresidente de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo


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